Durante los últimos años se han visto implementarse en América Latina diversos planes tendientes a dotar a los alumnos de las nuevas tecnologías de comunicaciones. Básicamente, una notebook o tablet y la conexión a internet a través de su correspondiente red Wi-Fi. Eso alcanzó para que muchos educadores se dieran por satisfechos, y para que los políticos de turno aprovechen para mostrar sus contribuciones a la educación.

Existen varios ejemplos emblemáticos en la región: El plan PROUCA en Brasil; Computadoras para Educar en Colombia; el plan CEIBAL en Uruguay; Puentes Educativos en Chile; Conectar Igualdad en Argentina. Con sus enormes diferencias, todos consistieron en dotar de dispositivos móviles y redes a educadores y alumnos, con el objetivo de mejorar la educación.

Lo siento, pero debo confesarles algo: el planteo está equivocado. O al menos incompleto. Seguramente mucho de los docentes y la mayoría de los políticos creyeron que de ese modo se educa mejor a los chicos, pero eso no es cierto. La educación sigue siendo tan deficiente (o efectiva, dependiendo la institución) como lo solía ser hasta el momento. La única lógica detrás es que la ecuación “notebook + Wi-Fi” es lo que conocen los docentes, políticos y la mayoría de la opinión pública, y por eso se sienten cómodos con esas tecnologías. De hecho, también les sirve para navegar por internet. A nivel político, resulta convincente para mostrar gestión. Punto. No sirve para nada más. De este modo no educaremos a los adultos del mañana.

Lo primero que debemos entender es cuáles son los hábitos de consumo de información de los más jóvenes. Prestemos atención a sus costumbres:

• No leen nunca un periódico. Algunos toman un libro entre sus manos.
• Pero pasan el día conectados a distintas pantallas electrónicas, básicamente celulares, tablets, computadoras, TV y juegos.
• Su atención es dinámica y dispersa. Luego de apenas unos segundos saltan de una lectura a la otra. Hay estudios que afirman que la generación Z presta atención durante apenas 8 segundos a una información.
• Aman los videos. Son los responsables del gran crecimiento de YouTube.
• Aman las redes sociales, y pasan horas interactuando con ellas.

¿Pueden imaginarse el enorme nivel de aburrimiento de los alumnos del siglo veinte uno, cuando reciben una educación según los métodos educativos del siglo diecinueve y algunos dispositivos del siglo veinte? Porque de eso se trata: la educación sigue exactamente igual. Veinte años atrás ya existía internet y las primeras laptops, con lo cual la supuesta “tecnología moderna” resulta obsoleta e insuficiente frente a los hábitos de consumo de información y aprendizaje de los jóvenes.

Para realizar un verdadero aporte moderno a la educación –desde el aporte de las Tecnologías de la Comunicación e Información, debemos tener en cuenta una nueva fórmula: Modernización Educativa = Tecnología + Dispositivos Móviles + Redes Sociales + Contenido + Interacción.

Esos los elementos con los cuales los alumnos se entretienen en la actualidad, y con los cuales la educación debe competir. Es un desafío gigante, pero necesario.

Van algunas pistas para reflexionar:

Tecnología: Si, definitivamente se trata de dispositivos móviles conectados que permiten acceder a la información que los alumnos necesitan. En esto estamos de acuerdo. Pero la tecnología, como se ve en los puntos siguientes, abarca posibilidades mucho más amplias que dispositivos y redes Wi-Fi.

Dispositivos Móviles: Hoy hablamos de notebooks y tablets. Ayer pensábamos en PCs, y tal vez mañana en phabets, smartwatchs, u otros dispositivos que hoy no imaginamos. De todos modos es lo de menos. De algún modo estarán conectados.

Redes sociales: Viven conectados. Comparten información. Realizan por placer o entretenimiento proyectos conjuntos basados en la web. El entorno social virtual es el medio más masivo con el cual los jóvenes se comunican. Imaginen una red integrada por los alumnos del establecimiento, en donde puedan realizarse consultas, compartir datos, trabajar en conjunto. O quizás interactuando con otros establecientes educativos similares que compartan sus programas de estudio. Inclusos alumnos de otros países. Ese es el camino.

Contenido:¿Cómo se compite frente a los videos de YouTube, los comentarios de Facebook y los videojuegos? Con contenido moderno y adaptado a las nuevas tecnologías, que incluya fotografías, video, sonidos, links interactivos, infografías dinámicas, etc. Es el único camino. Imaginen un alumno en Brasil estudiando el Amazonas y accediendo con solo un click a un video online de tres minutos sobre la vida de las pirañas. Luego una infografía dinámica les permite entender el régimen de lluvias a lo largo del año. Y un podcast les ofrece oír el canto y la voz de las poblaciones indígenas de la zona. O bien, una escuela ecuatoriana donde miran un documental sobre Simón Bolívar y una pequeña animación digital sobre una de sus batallas. De eso se trata. De alinear todos los creadores del mundo del entretenimiento detrás del sistema educativo, generando contenidos modernos y atractivos para las nuevas generaciones. Antes sólo hacíamos libros. Ahora integremos videos, infografías, voces, música y otros recursos en una red. Hagámoslo dinámico. Interactivo. Divertido. Así llegaremos a los alumnos.

Interacción: Conectemos a los alumnos de un aula. Y a los alumnos del mismo nivel pero de diferentes años. O con los profesores. Así es como los adultos trabajan. Cada vez más. Y así deberían educarse los chicos.

Como ven, los dispositivos y el Wi-Fi no alcanzan para producir cambios en el proceso educativo capaces de educar a las nuevas generaciones. Generar nuevos contenidos modernos y en formatos también modernos. Necesitamos armar redes de estudiantes y educadores. Alentar la participación. Así la escuela podrá competir con las atracciones cotidianas. Y educarlos para el mundo que viene, muy diferente al que vivimos nosotros cuando éramos estudiantes.