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COLUNAS


Gustavo Wrobel


Doutor em Comunicações e bacharel em Jornalismo. No campo acadêmico, participou como jurado de dissertações e prêmios na área de comunicações, ministrou palestras em universidades e em outras importantes instituições em distintos países da América Latina e é professor de Planejamento das Comunicações no Master de Comunicações da UCES. Também é membro de diversas associações profissionais. 

Trabalhou por 20 anos como diretivo da área de Comunicações de distintas empresas como Motorola e La Serenísima, nove deles como diretor de Comunicações e Relações Públicas para a América Latina. Também foi jornalista por 12 anos e Diretor Executivo de uma ONG. Atualmente dirige sua própria consultora regionais de comunicações: WSC | WROBEL SmartComm e assessora a diversas empresas e associações.


Doctor en Comunicaciones y Licenciado en Periodismo. En el campo académico, ha sido frecuentemente jurado de tesis doctorales y de premios del área de comunicación. Asimismo, dio charlas en las universidades y otras instituciones importantes en diversos países de América Latina, y es profesor de Planificación de las Comunicaciones en el Master de Comunicaciones de la UCES. Adicionalmente, es miembro de diversas asociaciones profesionales. 

Trabajó por veinte años como directivo del área de comunicaciones de distintas empresas como Motorola y La Serenísima, nueve de ellos como director de Comunicaciones y Relaciones Públicas para América Latina. También fue periodista por doce años y Director Ejecutivo de una ONG. En la actualidad dirige su propia consultora regional de comunicaciones: WSC | WROBEL SmartComm y asesora a diversas empresas y asociaciones.


WSC | WROBEL SmartComm
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La reinvención del comunicador no tiene fin

              Publicado em 13/11/2013
Estas son escenas reales de la relación entre empresas, agencias, medios y otras audiencias en los últimos 30 años:
 
1983 (30 años atrás): Comenzaba mi carrera como periodista en una importante revista. Nuestros tiempos eran tranquilos y en general podíamos dedicarnos con esmero a escribir nuestros artículos. De tanto en tanto los agentes de prensa recorrían la redacción, se sentaban para conversar con nosotros de algún producto o iniciativa novedosa y nos dejaban un sobre con material para leer. Cuando teníamos tiempo lo revisábamos. Días o semanas después tal vez lo publicábamos. 
 
1993 (10 años después): Poco había cambiado. Las editoriales incrementaron los controles para impedir el libre ingreso de los agentes de prensa, que ahora recurrían más al llamado telefónico, y se animaban a enviarnos información por fax. Ya escribíamos en computadoras, y recibíamos en las mismas las noticias de las agencias. Se había acelerado el proceso de escribir y editar artículos. Como periodistas, sentíamos la presión de entregar más artículos que antes. Al fin y al cabo, la tecnología nos había dotado de todos los elementos para hacerlo más rápido.
 
1998 (5 años después): Se produjo un nuevo salto en la revolución de las comunicaciones (aunque en ese entonces no fuésemos conscientes de ello): había nacido Internet. Para aquella época yo ya no ejercía el periodismo, sino que trabajaba como Gerente de RRPP en una empresa, y entre muchos proyectos estaba involucrado en el proyecto de creación de la página institucional. Algunos comunicadores sentían que enviarles informaciones a los periodistas por email descuidaba el contacto personal. Los periodistas, a su vez, comenzaban a usar celular.
 
2003 (5 años después): Ya trabajaba en Motorola, lo cual me permitiría de allí en adelante ser un testigo privilegiado de cómo las innovaciones tecnológicas cambiarían el mundo de las comunicaciones. Los medios basados en Internet reclamaban su espacio frente a los tradicionales, mucho de los cuales comenzaban a tener menos lectores y publicidad, y en consecuencia se enfrentaban a la pérdida de rentabilidad. Todos los periodistas contaban con celular y una casilla de email. Abundaban los “media tours”. Algunos periodistas y muchos desconocidos abrían sus blogs y hasta opinaban de nuestras empresas. “¿Quiénes son y qué se proponen? ¿Cuántos lectores tienen? ¿Por qué escriben sobre nosotros?”. Estas preguntas nos intrigaban por aquellos años.
 
2008 (5 años después): Algunos medios de internet ya eran tan importantes como los de papel, y a su vez todos los principales medios de papel ya contaban con su sitio en internet. Los smartphones ya eran populares entre los ejecutivos y de a poco llegaban al público masivo. Los blogueros ya habían sido incorporados como audiencia. Facebook, Twitter y otras redes comenzaron a generar nuevos fenómenos, y en ocasiones crisis importantes para algunas empresas. El email y el teléfono eran los modos habituales para comunicarse con nuestros públicos. Las notebooks se hicieron más pequeñas y livianas. Comenzaba a encontrarse WiFi en lugares públicos, y la gente se conectaba cada vez más en cualquier lugar.
 
2010 (dos años después): Salió al mercado la primera tablet, y todo cambió de nuevo. Los smartphones se estaban haciendo populares. Las redes sociales explotaron, y la información circulaba y se transmitía de un modo nunca visto hasta ahora. En todos lados había 3G o WiFi, permitiendo la conexión permanente. La gente dejaba sus comentarios en las noticias de los periódicos. Nació el concepto de “ciudadano periodista”, que fotografía, comenta y publica informaciones donde está, como quiere y a través de redes sociales y otros recursos. Las empresas se vieron obligadas a desarrollar campañas para redes sociales y contenido multi-plataforma. Sin embargo, su imagen nunca estuvo tan vulnerable ante los medios como hasta ese momento, a partir de los riesgos generados por los nuevos medios y las redes sociales. 
 
2013 (tres años después): El mercado ofrece cada vez más tabletas (de 10 a 7 pulgadas), smartphones y hasta dispositivos intermedios de 5 ó 6 pulgadas. Las personas ya leen más información en pantallas electrónicas que en papel, y la proporción de pantallas móviles es cada día más grande. Muchos de ellos utilizan “agregadores de noticias” o “lectores de RSS” para leer lo que quieran leer, cuando y donde quieren leerlo. El resto de las noticias ya casi no importa. Los medios cada vez tienen menos influencia en la “agenda” diaria de noticias, porque cada persona sólo lee lo que le interesa. Y mientras el público disfruta de los nuevos dispositivos y experiencias, los medios se preguntan hacia dónde ir. Las empresas, a su vez, ensayan todo el tiempo nuevas estrategias para llegar a sus audiencias, con éxito variable y más interrogantes que respuestas.
 
¿2020? (en apenas 7 años): Como la tecnología evoluciona a un ritmo tan acelerado y con innovaciones disruptivas cada 5 años o menos, es imposible predecir cuál será el panorama en tan pocos años. Sin embargo, varias de las tendencias que ahora observamos se mantendrán a lo largo del tiempo. La gente leerá más en pantallas electrónicas que en papel, obligando a los medios a adaptarse para sobrevivir. La TV también sufrirá el impacto, ya que muchos preferirán su tablet a mirar televisión. Los periodistas también deberán aprender a manejarse en un entorno de contenidos multi-plataformas. La velocidad del desarrollo tecnológico se acelera cada vez más, generando nuevos hábitos para los consumidores en relación al consumo de la información, y presionando a los medios a adaptarse para sobrevivir o morir. ¿Y los comunicadores corporativos? 
 
Los comunicadores, por nuestra parte, mantendremos los principios esenciales de nuestra profesión: tenemos mensajes que transmitir a nuestras audiencias, y sabemos que entendernos con ellas es esencial para nuestra organización. En términos clásicos, sabemos “qué” queremos transmitir, a “quién” y “por qué”. Lo que cambia radicalmente es el “cómo”. Las prácticas que usábamos no muchos años atrás ya son obsoletas. Y las actuales podrían serlo en pocos años. Debemos pensar en “contenidos multi-plataformas”, en redes sociales, en monitoreo permanente, en llegar a una audiencia más amplia y dinámica como nunca antes tuvimos.
 
De modo que si bien la esencia de nuestra profesión permanece siendo la misma, para poder cumplirla debemos “reinventarnos” todo el tiempo, estando atentos a las nuevas tendencias y comunicándonos del modo en que efectivamente lleguemos a nuestras audiencias.
 

¿Estamos dispuestos a hacerlo, o por el contrario seguiremos atados a los viejos paradigmas? 


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